Los remolinos de la conciencia
intentan llevarme a dónde no quiero volver,
a las sombras de la memoria,
de dónde pude escapar finalmente.
Voy caminando librfe y a de la mochila que siempre pesó
ya he descargado el peso que sobraba y siento el alivio
los pasos van livianos
y la cara de frente al sol, para recibirlo.
Los nuevos senderos que se abren,
me traen incertidumbre y algo de temor,
pero la sonrisa de mi niña me lleva de la mano
y me da una paz profunda.
Revolotean los sueños por los cielos del futuro
y la esperanza es una sensación casi nueva,
que me adormece sobre un campo sembrado
en un atardecer otoñal.
Lucho con todo el valor que puedo,
para pelearle al pasado y derrotarlo definitivamente
lo real y lo tangible es el presente que hoy abrazo
con al fuerza de la vida nueva y el amor.
A esperar que el cielo se abra nuevamente,
qeu la luz despeje las sombras que se movían sigilosas
entre los rumores del rio manso
a esperar que el corazón vuelva con fuerza a sentir.
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