Adelante, sean bienvenidos

Bienvenidos a mi mundo, al refugio de mis ideas, al lugar donde puedo sin ningún temor expresar lo que siento y lo que me pasa "en tiempo real". Realmente es toda una experiencia y quiero compartirla con quien quiera leer.

martes, 4 de diciembre de 2012

( I )




Es el hedor de este no saber,
un resplandor en tus ojos cuando me ven
y mi sombra detrás del sol
eclipsando mi pensamiento y mi hacer.

Son los pasos que ya no doy,
los que di en falso un ayer,
los que tal vez vuelva  dar, o no,
los que me dejan quieto a dónde esté.

Y mientras el tiempo se va,
mis heridas cubro con tu sal,
enchido de glorias pasadas el corazón
no se atreve a cruzar el umbral.

Con la tozudez a cuestas sigo,
con mi impaciencia atada voy
con mis medias palabras digo
con mis manos abiertas doy.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Palabras (Sordas, zumbantes y de las otras)

Estas palabras tiñen la realiad
con los colores que queremos ver,
palabras que ocultan,
que al salir alborotadamente
ahogan pensamientos oportunos,
palabras que roban nuestro sueño, que matan.

Escasas letras anunadas unas a otras
que conforman un cinturón
cada vez con más agujeros, palabras que aprietan
que se ciñen a la cintura para llevarlas
para que no se pierdan, como un recordatorio mordaz.

Si lo pienos, son apenas unos trazos
unos dibujos garabateados en un papel invisible,
livianos y sin color, que se evaporan al sol
perdiéndose en la inmensidad de tantos cielos,
que no abarco con la simple mirada.

Estas palabras que deciden matar o dejar vivir,
dar esperanza o sentenciar unos cuantos destinos,
pequeñas armas de destruccion masiva,
y a la vez, cura de tantos males, sonidos sibilantes
que atraviesan el denso aire,
palabras que no se dicen y no se callan.

Quisiera detenerme a oirlas susurrándoles a lso árboles,
quisiera empaparme con ellas en este desierto
remontar la noche absurdamente azul y penetrar sigilosamente
en sus misterios mejor guardados,
quisiera apoderarme de algunas cuantas, para no vivir del silencio,
para no morir callado.

lunes, 29 de octubre de 2012

No hay peor ciego...


Sin ver ni oír,
sin querer ver ni oir,
sin creer que no quiero,
pero por cierto, no quiero
ni oir ni ver.

Tus palabras punzantes,
el zumbido de tus ojos agudos
que circundan mis pensamientos infantiles
ese deseo inverosímil de recuperar
una llama encendida bajo el mar.

Sin llegar al destino que nunca me fije
emprendiendo un viaje con los pies enterrados
detrás de la noche espero, y pienso en cosas
que no recuerdo de este lado del día.

No hay peor ciego que el que no quiere oir,
las sentencias que proclamaron tus labios
jueces y verdugos de mi destino,
destino que debió, pero que nunca fue mio.

Y mi  voluntad que jamás prosperó en mi,
y mis ojos que no quieren oír
lo que tus ojos no ven,
mientras mis entrañas arden desconcertadas.

¿Cómo oir tus ojos?
¿Cómo ver tus palabras?
¿Cómo volar sin alas?
¿Cómo seguir si de mi fe quedan despojos?

jueves, 25 de octubre de 2012

Tiempo

Va,
camina,
corre,
se arrastra,
vuela.
Se convierte en finas gotas
hasta casi evaporarse.
Parece desintegrado pero siempre avanza
inflexible.
Y lo trágico puede ser esperarlo,
pues él nunca lo hizo, no lo hace y no lo hará,
el tiempo no espera.
Justamente el itempo no tiene tiempo para detenerse
a esperar que haremos con él,
es impiadoso, jamás se nos pondrá a la par
a llorar nuestras angustias,
ni siquiera es benévolo con los momentos felices,
parecería empeñarse en ser más veloz ante éstos.
El tiempo no tiene tiempo,
¿Y si no tiene tiempo que nos queda a los mortales?
ir,
caminar,
correr,
arrastrarnos,
volar...¿qué más?

martes, 9 de octubre de 2012

Camila

(El amor de un padre a un hijo no se puede comparar, mucho más que todo no si vos sabés)




Infinitos ojos para verte
infinitas manos para llevarte
infinitos brazos para abrazarte
fruto de mi fruto,
sangre de mi sangre.
Tan chiquita y tan intensa
es tu mirada,
que me dice todo
cuando no me decís nada.
Tan exactas tus palabras
que calman mi ánimo
cuando creo que no me queda nada.
Redefiniste la palabra orgullo
cuando inflé mi pecho
al verte allí parada
con la bandera pintada en tu rostro
aún cuando no entendías que pasaba.
Mi chiquita gigante,
mi pequeña gota de sangre que se expande
aque brote frágil e inocente
que me saca del mundo,
cuando ya no me importa más nadie.
Hoy congelo el tiempo y lo imprimo
en mis ojos para siempre,
llevo en mi tacto aquel primer roce leve
que nos fundió una mañana,
y nos acompañará para siempre.

Una mirada de futuro

Las manos sangran,
portan un corazón que se ha fragmentado,
herido, con la tibieza justa para latir levemente
pero que no ha muerto, y en definitiva, es lo que importa.
Los ojos miran y el horizonte se destiñe, confunde,
me roza la noche y la esquivo indemne, queriendo mirar
no puedo ver más allá del muro oscuro que me separa de vos.
No te veo, no te escucho latir, no te siento ni por un segundo,
pero se que estás allí, agazapada detrás del muro nocturno,
esperando ser descubierta, que sacuda tu polvo con un soplo
de amanecer, que descorra las cortinas de tu mirada tenue,
que se, del otro lado, me mira sin saber que estoy detás.
Las manos sangran,
y el corazón en jirones se debate entre un latir diminuto,
o la paz de la quietud eterna, mi corazón lucha, y se que el tuyo también,
y en el sonar arrítmico, disonante de ambos, surgirá una melodía única,
tan distinta a todas las escuchadas,
más triste que estos días, pero con más fuerza y su eco se esparcirá,
empapando mis mañanas, humedeciendo estas almas resecas,
que se empecinan en saltar el muro,
aunque ya esten unidas, sin saber, sin latir, sin mirar.

jueves, 4 de octubre de 2012

Imposibles posibilidades

De las piedras fecundadas con poca fe
brota una gota de savia tornazolada verdosa
que encandila a los ojos escépticos
que no quieren ver.
Un grano de arena cristalizada estalla furioso
y un mar embravecido inunda a los corazones solitarios
a las almas que se lamentan,
y los ojos que no quieren ver.
Quema el sol a media noche y derrite las estrellas
que fulguran en pleno día,
mientras germinan las piedas y el mar arenoso arresia,
y todavía esos ojos no quieren ver.
Mi semilla de poca fe revierte los resultados adversos,
mi alma da un tumbo y se redirecciona a mi pesar,
mientras mis ojos, escépticos, no quieren creer.
El agua, que inclemente se eleva, seca mi cuerpo,
y me envuelve entre sus ásperas paredes ni dulces ni saldas,
paredes de agua tan duras que se vuelven infranqueables,
mientras mi cuerpo, incrédulo, se niega a latir.
Ocurre todo desde mi, fuera de mi, hacia mi,
ensordecen mis ojos, frente a la multitud de cuerpos
que gritan silenciosos,
mientras los ojos siguen sin querer ver.
Se dobla el acero con sólo mirarlo, y se funden las palabras
en el frío cruel,
se arrastran los besos en el aire, hacia mi, dentro de mi,
pero tu boca ya no quiere besar.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Al olvido.

Tantas veces rogué para que no vengas,
y sin embargo esta vez te espero ansioso,
tantas veces he deseado que no existieses,
y hoy acudo a ti, con los puños abiertos esperando tu abrazo.

Hubiese querido no saber de ti,
no haber oído jamás tu nombre, pues,
quien quiere acaso, ser víctima del olvido y
pasar al formar parte del fondo de un cajón?

Tantas noches rogué en vano que no aparecieras,
que tu presencia agotaba mis deseos, que tu sólo nombre
hervía mi sangre por engrosar tus filas, ser uno más,
otro olvidado que se ha quedado sin más.

Pero hoy te pido disculpas, me ofrezco hermano tuyo,
te abrazo y te convido el último trozo de tibieza que me queda,
ah, mi estimado olvido, sin tan sólo pudieras aparecerte
y derrarmar sobre mi tu conjuro.

Y olvidar que pasó el tiempo,
olvidar que nada pudimos hacer para cambiarlo
(o todo y no tuvimos las agallas para hacerlo)
olvidar que ese hueco vacío tenía nombre,
que este corazón arrinconado, una vez sintió algo.

Olvido, cómo quisiera saborear tu victoria,
repasar el contorno de las heridas con mi mano áspera
y no saber el motivo, y que tampoco importe,
ah, olvido, hacete mio, que de recordar ya estoy muerto.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Palabras Rotas (Partes de mi)




Trozos inconclusos, letras disociadas, que no dicen nada,
sonidos apenas, leves, inaudibles,
gorgeos que se traban con mi lengua
y salen en oraciones diezmadas,
impercetibles desuniones vocales,
constantes consonantes atropelladas en mis dientes
y esta boca reseca que no tiene más por decir.

Partes que van saliendo sin sentido alguno,
pedazos de alma vomitada en al apuro de prevalecer,
instantes que congelo en la mente atiborrada
de palabras rotas, que no son más que parte de mi
que no quiero ya decir, ni cantar, ni pensarlas,
unos sonidos que se confunden el estertor en que
se ha convertido mi respiración agitada.

Monedas de cambio, esquirlas diminutas
de letras que no se acomodan a la lógica del lenguaje,
las tiro al vacío, recibo la respuesta, intento unir sus partes
y de nuevo al vacío, al viento que no susurra, al oído que no llegan
al remolino de frases que se dicen por decir mezcladas con las
que vuelcan todo lo que se quiere decir, confusión, irrealidad.

Estas palabras que ya no son tales, sino espinas de lo que una vez
fue una hermosa flor, y hoy no es más que una hierba devoradora
de colores y formas dolorosamente hermosas, pero que son parte
de los escombros orales que se acumulan en un montón sombrío,
húmedo y reseco a la vez, paradojas de esta vida.

Palabras rotas que no deseo unificar, ni buscarles significado,
palabras que se han desmembrado por nuestra propia desidia,
y que mejor que saber escuchar los sonidos ásperos de estas letras muertas
que golpean como los tambores atronadores del infierno,
que sibilan en el viento manso de septiembre, o de julio, o de quien sabe cuando,
¿qué más da? Si el tiempo es un puñado de palabras rotas.

No ha quedado nada.

Una nueva mañana,
y un nuevo amanecer,
minutos que mueren y nacen al instante,
convenciendome de que todo acaba, y todo comienza.

En la microscópica realidad de las cosas simples
veo el incesante rodar del Universo,
como jamás se detendría ante mi insignificante presencia,
como no podría yo jamás bajarme del mundo por mis urgencias.

Es que ya no ha quedado nada (ENHORABUENA)
ni las sombras pintadas de luna en las calles vacías,
ni la primera sonrisa que vi de lejos y se había hecho carne en mi mente,
ni la luz, ni la oscuridad en la que reconocía tu cuerpo con las manos, nada.

Como un condenado a muerte que sabé que el día de su ejecución llegó,
pero sabe que el dolor por fin se irá, que ya no tendra que contar la
historia que lo llevó ahí, sabe que ya no ha quedado nada, y lo agradece,
eleva su vista al cielo y como no cree en Dios, le habla en silencio para no ser oído.

Allí va por fin su historia, caminando hacia el patíbulo de las historias truncas,
dónde se acurrucan unas con otroas en el frío carnal en pleno verano,
ahí se va la mia, la nuestra, ¡y que alivio se siente!, la espalda ya no duele,
el corazón no reclama, los ojos no te miran, y el pecho no suspira, así debe ser.

viernes, 21 de septiembre de 2012

No te digo que...(No te digo)

Vaya a caer y no me ponga de pie,
que el pecho no se alborote en tu presencia
que el sol se me derrita en las manos por las noches
en las que tu ausencia reseca mi boca.

Que haber visto tu sombra, con otra sombra
haga claudicar mis intentos de volver a ser,
que conocer la realidad recorte las alas
de mis sueños más dequiciados.

Hoy, no te digo que...
Los pensamientos nublados alteran mi calma
no te digo que...
El despertar ausente de mi mismo rompe mis anhelos.

Espero el retroceso del tiempo con furibundas ansias
para fracasar rotundamente en mis intentos por olvidar,
No te digo que...El hedor de la soledad me impregna,
hoy no te digo que...no te digo.

Estar con las manos abiertas me permiten despedir,
soltar, dejar libre cada una de las falsas ataduras que me unían.
Hoy no te digo que, no saber sería mejor.

No te digo que...Hoy no te digo.
Mejor así.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Carencias que no son




Tengo pies y no estoy parado,
tengo piernas y no camino
tengo ojos y no veo,
tengo boca y no beso.

Tengo alma y no siento,
tengo corazón y no palpito
tengo lengua y no digo
tengo manos y no tomo.

Tengo brazos que no abrazan
tengo voluntad y no me muevo
tengo camino y no lo recorro
tengo sol y estoy a oscuras.

Tengo manos y no las abro
tengo espalda y no soporto la carga
tengo luz pero no claridad
tengo amor y no puedo darlo.

martes, 11 de septiembre de 2012

Insisto.



Mientras el agua me caía por el cuerpo en una ducha que intentaba sacarme definitivamente el sueño mi cabeza no dejaba de pensar, ideas, frases, posibilidades, elucubraba las posibles respuestas que me daría para volver a la carga otra vez y decidido a todo, esta vez sería así.
Lo volví a repensar durante el desayuno. Parecía que a esta altura sería inevitable sacar todo lo que llevaba tiempo guardándome. Hoy era el día, parecía no haber dudas de eso.
La calle me recibió de manera benévola, el aire se iba entibiando en las mañanas de los primeros días de septiembre “es la primavera, todo florece en la primavera” pensaba casi sin darme cuenta.
El tiempo se me desgranó tan deprisa que no me di cuenta casi de la hora, la hora en la que habíamos acordado encontrarnos (una vez más y por mi propia insistencia, aún a riesgo de ser intolerable) para tal vez, darle la estocada final a esta dilatada historia, o acunarla nuevamente para que rebrote otra vez….Porque en la primavera todo florece.

-Llegaste temprano – me dijo como si fuera un reproche, tal vez quería tiempo para pensar en lo que iba a decirme-
-Si, será la ansiedad no se, pero ¿Viste? Ya no controlo bien lo que hago.
-Está bien, no importa – me dijo desinteresada-
-Ya no se de verdad porque le das tantas vueltas al tema, me parece que te lo dejé claro más de una vez no? –Sentenció como siempre lo hacía.-
-Será mi tozudez, será mi aversión al fracaso (¿stá mal fracasar, acaso?)
-Bueno, pero no es bueno ni para vos ni para mi, vos ya sabés que…
-Pará, no me lo recuerdes, no hace falta.

Lo cierto es que si, que yo sabía, pero evitaba pensar en eso porque me dolía todo cada vez que lo hacía, y mi desesperación no era buena consejera.
Estábamos ahí, como dos extraños, como si fuera el primer encuentro en nuestras vidas, con muchos silencios en el medio de miradas que se esquivaban.
Yo sentía que era el momento, que era ahora o nunca y que nunca me mataría (para siempre, ¿e que otra forma funciona la muerte si no es para siempre?)

-Y entonces? – Me apuró.
-Y entonces…. – dije yo con tono cansado, como si no pensara en lo que iba a decir.
-Mirá, aunque yo ya se, como bien me dijiste, este va a ser otro pedido raro de mi parte, y se que va a sonar para cualquier lado, pero vengo a pedirte permiso.
-¿Permiso? –Se irritó repentinamente ante mis palabras-
-Yo sabía que ibas a reaccionar así…
-Pero ¿vos podés entender que yo no entienda? ¿Permiso?, ¿Permiso para que?
-Para seguir queriéndote, para seguir intentando contra todo lo que se no nunca va a pasar.
-Nooo, no…vos evidentemente no estás bien y la verdad ya me estoy preocupando, te mandaría a ver a un psiquiatra, de hecho….
-No, basta, no digas más nada…en realidad no es permiso la palabra adecuada, si no que Aviso, esa…te aviso que voy a seguir queríendote y que voy a seguir intentándolo, aunque se me vaya la vida en esto…quería que lo supieras.
-No, así esto de verdad que no va, ya lo hablamos miles de veces, vos sabés que siempre te voy a querer, que fuiste una persona importante, tenemos una hija y eso no lo va a cambiar nada pero…te pido por favor.
-Y en que cambiaria que me permitas mostrarte otra cara de mi? ¿No hay segundas oportunidades?
-A veces, no.

A veces no siguió retumbando en mi cabeza como un bombo atroz, mientras el mozo me traía la cuenta y la veía cerrar la puerta del bar detrás de si.

Silencios que enseñan

Necesitaba este silencio
interrumpido sólo por el gorjeo de los pájaro,
necesitaba escuchar mis pensamientos para entender
que el tiempo se escapa,
y que todos nos vamos un poco con él.
Que el universo sigue girando
y yo estoy inmerso en él,
aunque me crea furea de sus sistema.
Que este sol no es infinito,
que el dolor un día se evapora,
como el rocío en los albores del día.
Que el amor tampoco es eterno
y que no vale la pena una sola lágrima más
por quien no supo atesorarlo.
Necesitaba este silencio,
que se resquebraja por mi voz interior,
que me dice "basta de morir a cada instante",
de padecerme y de añorar.
Necesitaba este silencio,
para darme cuenta que tu voz
ya no existe.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Y no morir en el intento




Abrir la mano, soltar, dejar que se vayan y vuelen
No esperer que vuelvan, liberarme de todo pensamiento
Escapar a los estándares, reconectar, mirar hacia adentro
Para poder alzar la mirada hacia afuera.

Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro?
O fecundar la semilla, ayudarla a crecer y expresar lo que siento?
Fluir, viajar, exapandir mi mente al conocimiento
Sentir, disfrutar, abrazarte cada vez que te encuentre.

Ser aliado del tiempo, ni padecerlo, ni apurarlo,
Acompañarte en el camino,
Que me acompañes en el mio, o el nuestro
Y que sea el tiempo quien nos vea pasar y no al revés.

Saltar, esquivar, sortear obstáculos,
Caerse, sentir el dolor,
Levantarse y sentir la satisfacción de hacerlo,
Subir la cuesta, llegar, mantenerse.

viernes, 31 de agosto de 2012

En Silencio

     
Como cada noche, en la soledad de su pequeña cama se maldijo por su suerte, repitió lo patética que era su vida, se forzó a cerrar los ojos y comenzó a pensar en ella.
No siempre cosas lindas, no siempre recuerdos de un pasado mejor, en ocasiones se torturaba con imágenes de ella y su acompañante de turno (a veces había otras no, pero quien sabe? Siempre es mejor pensar mal)
El sueño tardaba en llegar, coqueteaba con él, jugaba, se reía, parecía quedarse y se disipaba como una tormenta pasajera, pero siempre venía, siempre.

Cómo cada mañana se despertó con la esperanza de tener un día mejor que el anterior, la rutina (tan desprestigiada por el mundo en general) era un arma valiosísima para intentar engañar a su mente y pensar en lo que debía hacer, el trabajo, quehaceres domésticos, llegar a tiempo a dónde tenía que ir, etc.

Cómo cada día de su nueva vida desde hacía ya unos años se prometía cambiar el ánimo, salir a saborear la vida, darse los permisos necesarios para disfrutar, poner más empeño en su trabajo, pintarse una sonrisa en el rostro y salir a enfrentar la vida sin su armadura, sin la guardia en alto. Cómo casi todos los días eso nunca sucedía.

Pensó el discurso más de una vez, lo escribió, lo tiró, lo volvió a escribir, en papel, en la computadora, en su cabeza una y mil veces y creía que estaba listo para largarlo todo, para expresarse de una vez y para siempre cualquiera sea la respuesta, se creía listo, o al menos esperaba estarlo cuando llegara el momento.

Imaginar para él siempre fue una bendición, su afición por la escritura creía que venía de esa “suerte” de poder recrear situaciones, escenarios y protagonistas aleatorios, conformar una historia que, valga la redundancia, lo conformase.
¿Conformarse? ¿Acaso eso no es para perdedores? Se repetía una y otra vez, siempre hay que ir por más, ¿Pero eso no es de insatisfechos y ambiciosos sin remedio? Creía que sus preguntas jamás encontrarían respuesta.

De algo estaba seguro, el la quería, no tenía tantas certezas sobre el amor, pero la quería. El tiempo que habían pasado juntos no debía haber sido en vano, pero el tiempo que pasaron separados era una barrera a estas alturas infranqueable. Se prometía levantar la mirada, erguir el cuerpo y ofrecerle la otra mejilla a los días que se presentaban tan monótonos y estructurados como a él le gustaban, no había reproches en eso.

Pensaba en el lugar. Qué tenía que ser uno que tuviera algún significado para ambos, que fuera uno casual para no dar la impresión de que todo eso estaba montado, con un propósito determinado, jamás se ponía de acuerdo.  Sus indecisiones eran otra de las cosas que se prometía cortar de raíz. “Espontaneidad” murmuraba su mente silenciosa, pero no lo había conseguido hasta el momento.

-Hola.
-Hola.
-¿Cómo estás tanto tiempo? Pero mejor no me digas nada porque no quiero perder el hilo de lo que quiero decir y no quiero demorarte más de lo necesario.
-Me parece bien, te lo agradezco.
-Mirá, yo todavía estoy dando vueltas para saber que fue lo que pasó entre nosotros, necesito conseguir respuestas, y antes que digas nada, ya se que pasaron muchos años y que vos ya no sentías nada por mi, pero necesito conseguir respuestas para cerrar (o abrirlo nuevamente Dios quiera, -pensaba mientras hablaba-) este capítulo.
-Pero ya lo hab…
-Pará, pará…no me hagas perder el hilo por favor.
-Lo que intento decir es que quisiera revisar los fallos para no volver a cometerlos, esa ayuda te pido al menos.
 Y aunque no te interese de última hacelo por “razones humanitarias” si te parece.
-Lo cierto es que…y acá va: No dejé una sola noche de pensar en vos, de soñar, de arrepentirme, de maldecir el momento en que…bueno, ya sabés, pero mi amor está ahí, estuvo ahí al alcance de la mano todo este tiempo y ya no se que hacer con él.
-No he podido dejar de verte con los ojos con que te vi la primera vez, no he podido mirar más allá de lo que pasó, no pude hasta ahora recobrar el ánimo para ofrecerle estos sentimientos a nadie, aunque creo que debería, no pude ni puedo, esta es la pura verdad.
-Si tan solo pudieras correr un poco tu odio, si pudieras ser un poco permeable a mis palabras tal vez vos puedas ver que lo que digo es cierto, que amar se ama una sola vez, que todo lo demás son parches y autoengaños que uno se impone para transcurrir la vida de la mejor manera posible….
-No quiero aburrirte, ni hacerte perder tiempo, sólo quiero resumir diciendo que no te olvido, que te sigo queriendo, y que sueño con que tal vez un día de estos….

Se miró fijo al espejo, un largo rato en silencio, se escrutó como nunca lo había hecho consigo mismo en toda su vida, y con su voz quebrada afirmó:
-Si tan solo me animara a decírselo

martes, 28 de agosto de 2012

El dormido.


El puño apretado de la noche cerrada
Cae pesado, con fuerza sobre el sueño,
Lo estremece, sacude el leve dormitar
De mi alma inquieta, espectante.

Me lleva como hiptonizado a desandar caminos
Carente de voluntad me dejo llevar,
Flotan mis pies y me deslizo envuelto en un
Manto azul brillante, oscuro pero etéreo.

Un puñado de viento me golpea la cara de improviso
¡Quieren despertarme de mi sueño!
Quitarme el placer del embrujo, hacerme volver,
Pero ya soy un prisionero onírico condenado para siempre.

Se nos cae la noche mi amor, se nos vencen los tiempos,
Se van yendo de a poco la música que sólo nosotros escuchamos
Desvaneciéndose con las primeras luces de un alba sangrienta
Que derrama sus rojos violentos en el calmo azul anochecido.

Los pies vuelven a pisar el camino andado,
Las piedras me duelen en las plantas y no hay forma de esquivarlas
El manto se esfuma como si nunca hubiese existido,
Despierto.

domingo, 26 de agosto de 2012

Mi Bar, mi amor, mi piel


Fue después de un primer viaje, primero en muchos sentidos porque había salido del país de vacaciones con amigos, tenía yo por ese entonces unos 20 años, y estaba dejando inevitablemente una etapa atrás, pero sobre todo fue el primero porque pude comprender lo que significaba enamorarse.
-Pero te digo que no puede ser, no podés seguir pensando
-Ese es el problema, que no pienso, no se como actúo.
-¡Cómo un boludo! – Sentenciaron mis compañeros de mesa del Bar Berlín, al que acudía con una perseverancia casi religiosa cada día al salir del trabajo.
A pesar de ser visto como un “boludo” y de sentirme yo mismo como tal, fueron años que me marcarían para siempre.
El ritual no se detenía nunca, salir de trabajar para ir directo al bar y quedarme hasta la noche tomando café, disertando sobre la vida (con mi escasísima experiencia) y sobre todo escribiendo horribles intentos de poesías a un amor malogrado, increíble e imposible (como todos los amores increíbles).
-Bueno, vas a tener que hacer algo- me increpaban a cada rato-
¿Pero que podía hacer yo más que seguir escupiendo al papel palabras más o menos ordenadas y en rimas pobres para sacar de mis venas eso que se me había conocido y se me pegó como una infección dolorosa?
Y así pasé largos períodos, inviernos y veranos, siempre en la misma mesa, escribiendo llenando cuadernos que no leería nadie jamás, pero era como poder hablar del tema con alguien que me entendiera, descargar un poco de peso.
Al tiempo que seguía y seguía devorando renglones, me lamentaba por mi suerte y sufría más en silencio que otra cosa, un día advertí distraído que me picaba mucho la cabeza, pensé en piojos, pero no podía ser, me incliné por la caspa..eso debería ser caspa.
Nunca me gustaron los médicos, y por supuesto no hice ningún tipo de consulta. El escozor mutó en pequeñas cascaritas por varios sectores de mi cuerpo, eran extremadamente molestas, ardían y picaban como si el mismísimo demonio me estuviese atizando con su tridente.
La cosa se puso peor y tuve que ceder y recurrir muy a mi pesar a un profesional especialista en piel, que finalmente fueron unos cuantos.
Los diagnósticos era variados y las recomendaciones de lo más insólitas para mi.
-No se le ocurra tomar café que le hace muy mal. –Explicó en tono severísimo uno de los facultativos.
¡¿Me iba a quedar sin mi café?! Definitivamente no, ¿omo podría seguir escribiendo sin la compañía de un café que al cabo era de las pocas cosas que le daban placer a mi insignificante existencia?
Al mismo tiempo me decidí por hacer terapia, como no encontraba a nadie para hablar que hubiera pasado por una situación semejante y me aconsejara, tal vez la mirada profesional podría ayudarme. Los dos o tres sicólogos a los que intenté desnudarles mi alma apenas pudieron sacarle el sobre todo a mi corazón triturado pero no avanzaron más, tal vez por impericia, tal vez por que no se los permití -¡Mi alma es mía! Solía repetir por ese entonces.
El tiempo fue pasando y como dicta el viejo saber popular “todo lo cura”, a mi, digamos que me bajó un poco sólo la ansiedad, pero me seguía doliendo ese amor que entró a mi cuerpo como una enfermedad incurable de la que ya no podría zafarme el resto de mis días. Ya no podía olvidar ni su rostro, ni la forma en que me miraba, ni su particular tono en la voz. Me seguía sintiendo solo.
Esa rara cosa que le pasaba a mi piel finalmente se presentó como una enfermedad real, con nombre y apellido y amenazó con no dejarme nunca más, cáscaras resecas “adornaban” mi cuerpo que a esa altura me dolía y me daba más vergüenza que de costumbre.
“Psoriasis” y cuando lo escuché por primera vez no entendí nada, ni el diagnóstico, ni los tratamientos, -Puede surgir por un gran trauma emocional- Me aseveró un médico.
Y yo sólo pensaba en irme al bar porque tenía algunas ideas que se me venían a la cabeza y de las que me olvidaba en 10 segundos si no las escribía.
En conclusión, esa enfermedad era una especie de reacción por mi estado anímico general, fue así que finalmente comprendí que la soledad duele, de veras que lastima, y vaya cómo.
Realmente había pasado ya un buen tiempo, mi Bar,(durante todo ese tiempo me manejé como si estuviera en mi casa) mi lugar, se había vendido y parte de la magia que ahí supe encontrar se esfumó con esa transacción comercial,  la esencia se diluyó y corrió junto al cordón de la vereda con el agua sucia con rumbo desconocido.
De esa experiencia me quedó  si, el gusto por seguir escribiendo, reconozco que cada vez un poco mejor. Las marcas de mi piel que todavía me avergonzaban, eran motivo de consulta por parte de la gente que, morbosa, se interesa por todo ese tipo de cosas, como si el saber les solucionara algo.
Hoy, cuando alguien quiere saber que me pasa en mis brazos, cuando la curuiosidad los atormenta tanto que ya no aguantan y tienen que preguntar -¿Qué te pasó ahí?- Señalándome alguna cáscara reseca o una mancha rojiza, los miro fijamente a los ojos y les digo solamente una palabra:
-AMOR.

                                      ----  F I N ----

lunes, 20 de agosto de 2012

Nada más que tu voz

Sonando delicadamente en el albor del día,
a veces no tan dulcemente,
pero esa voz es mi seguro, el refugio
para mis ojos desesperanzados.

Caen las palabras unas tras otras sobre mi,
y me cubren como un manto celestial de piedad,
ante mis silencios prolongados y mis dudas,
que sólo logran alejarme de tu sonrisa.

Esa vos qu supo contener angustias impetuosas
y que hoy ya no resuena en mi eco,
nada más que oír tu voz desearía ahora
para saber que estás, para no sentir el frío.

Sentir en el viento las palabras acurrucadas,
en las hojas de los árboles como el milagro
de morir en la soledad del olvido
y renacer entre tus brazos tibios una mañana.

El deseo de oír tu vos es mi carne,
oírte nuevamente pronunciando mi nombre olvidado
sería el bálsamo capaz de reconciliarme con la vida
porque no tengo nada más hermoso que tu voz.

Inventario

Tengo todavía un par de penas a las que no le encuentro lugar,
unos zapatos gastados de andar por caminos pedregosos,
inciertos y a  los que no les he encotrado final.

Tengo entre las manos las promesas que no pude cumplir,
los deseos que naufragaron en un mar de suposiciones
las luces del futuro que cegaron mi presente.

Guardo en algún lugar que no recuerdo, el respeto por mi,
el deseo de ser lo que fui, lo que no soy y tal vez lo que nunca seré,
tengo debajo de la piel amarillenta un poco de sangre todavía.

Pude ver que detrás de las puertas aún conservo las sombras,
las palabras sibilantes que rebotan en las paredes desnudas
y las huellas de unos pies que no quiero reconocer.

He encontrado que en el hueco dónde estuvieron mis ojos,
quedan lágrimas sin derramar,
he econtrado en mi boca, palabras que no supe decir a tiempo.

Aún conservo, algo parecido a un sentimiento, aunque no recuerde como son,
algo que remueve un poco las entrañas estáticas de este cuerpo ingrávido,
aún conservo algo, que no me atrevo a desempolvar.

Ya no era.

He visto tu rostro iluminarse nuevamente,
redescubrí el brillo oculto detrás de tus ojos acuosos,
sentí nuevamente la vibración de tu cuerpo al agitarse
estremecerse tus manos, embrollándose tus palabras.

Pude percibir tus pasos tambaleantes cuando algo te conmueve,
el batir inagotable de tus párpados en señal de alerta,
vi tu rostro con la frescura de tiempos antiguos, olvidados, muertos.
Sentí en tu pasar el perfume que creí ya no existía.

Tal vez hasta adiviné los pensamientos que cruzaron tu mente,
con la velocidad del rayo, y pude ver la estela que dejaron
los palpé, los leí, desmenucé cada significado, y me obligué a irme,
para no creer lo que no es, para no caer en una trampa de mi propia mente.

Te he visto nuevamente como mis recuerdos me dicen qeu te conocí,
sentí aunque sea ese brevísimo instante en el que el pulso se acelera y
el corazón te da un vuelco porque sí, pude presentir ese dulce y ácido momento,
al ver tus ojos brillar, pero no por mi.