Adelante, sean bienvenidos

Bienvenidos a mi mundo, al refugio de mis ideas, al lugar donde puedo sin ningún temor expresar lo que siento y lo que me pasa "en tiempo real". Realmente es toda una experiencia y quiero compartirla con quien quiera leer.

jueves, 18 de febrero de 2010

Salir adelante, mirar hacia arriba.



¿Cómo hacer, cómo salir del círculo, cómo detener la caída en este embudo sin aparente final en el que se ha convertido la vida?, ¿Cómo dejar de ver sin mirar?, ¿Cómo hacer para tender la mano en épocas en las que la mezquindad no has ganado a todos?, ¿Cómo evitar el nudo en el estómago cuando un chico duerme en la calle, anestesiado por el pegamento y no con el futuro sino con el presente completamente destrozado?, ¿Cómo explicarle a un par de padres que su hijo asesinado fue víctima, en realidad, de la falta de educacióny la exclusión, quien le arranca ese dolor?, ¿Cómo hacer si en parte esto puede ser cierto pero no es del todo así, cuando muchos eligen el camino más corto hacia el dinero y al que se interponga le meten un balazo, gente que en muchos casos no carece de educación?.
¿Quien le explica a un maestro que no tiene que enseñarle a los chicos sino que tiene que darles de comer y en segunda instancia hacerle de sicólogo?, y si se quejan por tener que hacer tres trabajos y cobrar por menos de uno son tildados de vagos y de tener tres meses de vacaciones ¡¿?!. ¿Cómo le explicamos a estos mismos padres que mencioné antes que los asesinos de sus hijos cuando con suerte, y en algunos casos, son detenidos, desde adentro de la cárcel hacen secuestros express y cuando salen vuelven con más saña y más odio a cometer los mismos delitos, pero que gozan de la protección de los "Derechos Humanos" si los reprimen en un motín o cuando algunas organizaciones reclaman por el hacinamiento...?
La verdad que tengo muchísimas dudas para las cuales no tengo respuesta, siento que las cosas están de verdad muy dadas vuelta, y que hoy hay un estado de "Vale Todo".
Tengo una lista muchísimo más larga pero no quiero aburrir, quisiera sacar un poco afuera todo esto, y tratar de entender por qué nos pasa, y porque después de quejarnos y quejarnos de todas estas situaciones y de responsabilizar al gobierno (obvio que la culpa siempre es de otro, aunque en este caso sea el principal responsable, pero vale pensar que no siempre la culpa la tiene otro) cuando tenemos la oportunidad de meter el voto repetimos el mismo error y tropezamos con la misma gente.
Datos Extras (No nos olvidemos que Carlos Menem ganó TRES!!! elecciones y los Kirchner dos)
No nos alcanzaba con dos gobiernos del Riojano que luego de una notoria ausencia le volvimos a dar el voto, ah y los métodos de Néstor los descubrimos ahora, que es presidenta la mujer)
Tristeza, siento tristeza por mi, por mi hija, por todos los argentinos que no nos merecemos esto y sin embargo lo padecemos, por el país (o lo que queda de él) que les dejamos a nuestros hijos y nietos, por el día a día.

sábado, 13 de febrero de 2010

Silencios que se callan

Cuanto pesan nuestras palabras?
cuanto (daño) podemos hacer cuando hablamos?
pero cuanto más pesa el silencio
y aquellas cosas que nos callamos.

El silencio nos envuelve con su sonido,
nos provoca una extraña sensación de bienestar y paz
y nos devuelve la calma tantas veces añorada,
el silencio es nuestro amo, pero no somos esclavos.

Poder hablar y poder decir nos alimenta el alma
nos da el poder de torcer rumbos
de explicar sensaciones y momentos
de abrir el alma y mostrarnos, simples.

Pero el silencio es poderoso y nos envuelve
nos seduce bajo su velo de tenue luz
que se derrama bajo nuestros ojos
como un atardecer amarronado de otoño.

Y en este silencio vivimos,
en el silencio que nosotros mismos provocamos
y del que no somos capaces de librarnos
ni romper sus cadenas y vencer sus muros.

El silencio que hoy me pesa
por no tener a quien decirle, que esta ausencia oprimente
es infinitamente más difícil
sin tus ojos en los que reflejarme.

Tan lejos, tan cerca.



Tan cerca estás que ni siquiera
puedo rozarte
tanlejos como un abismo,
grande como toda mi vida.

Tan cerca estás que,
no puedo alcanzar tus manos
que yacen tendidas junto a las mias,
inaccesibles, lejanas y dormidas.

Lejana como la ilusión de este cielo
como tus ojos que me devoran,
celestes como el mar que ahora me ahoga,
me traga, me deshace.

Y este muro que construímos nos aleja
y la vida que creamos nos une,
nos distancia, nos duele
como mil espinas en la palma cerrada
como un fulimante destellos que nos cega

Y tu sonrisa que me habla en pasado,
y el tiempo que no se detiene
y golpea las palabras dichas,
y la esperanza que se desgrana
en cada segundo de ausencia.

En la magia que crearon tus ojos
sueño,
en ese brillo que viste en los mios lloro,
en cada hueco en que aparece tu nombre
tiemblo con amargura, y te deseo más aún.

El ciclo natural sigue su curso
pero empecinado en inundarme en tus aguas
creo cada minuto en que vendrás,
en que algo volverá a ser, creo en creer.

Tu lejanía duele con ardor infinito
tu cercanía imposible te hace diosa y misterio,
y un velo ausente te borra, te ilumina
para que yo no pueda verte.

viernes, 12 de febrero de 2010

La felicidad que nunca llegó

Marzo de 1990, Santiago empezaba la escuela secundaria con todo lo que eso significaba. Nuevos amigos (y el temor que le provocaba la idea) nuevo barrio por explorar (y la sensación de que ningún lugar era mejor que su barrio con sus amigos) todas las responsabilidades académicas que venían de la mano en esta nueva etapa.
Siempre le gustó ser el centro de atención de cualquier evento, aunque esto muchas veces lo lograra a fuerza de comentarios (muy)fuera de lugar, ofender a otras personas hasta burlarse de los más débiles, ah que sensación de extraordinario poder le provocaba esto.
Pero la escuela secundaría le tenía preparada una sorpresa a su vida, iba a ser la puerta que lo transportara a la vida, a la realidad, al mundo verdaderamente tal y como era. Lejos habían quedado su barrio, sus amigos y su niñez, no por distancia geográfica, sino emocional.
Por esos años estaba muy de moda escuchar un estilo musical que se llamaba "Techno", pero por supuesto Santiago no era adepto a música que siguieran las masas, si les gustaba a todos no debería ser algo realmente bueno, además eso era "cosa de putos" como muchas veces se lo escuchaba sentenciar. Lo cierto es que esa música causaba bastante sesanción entre sus pares, podían incluírlo de un modo, era una buena forma de socializar ante el nuevo grupo, teniendo algo en común. Santiago escuchaba Heavy Metal. No era que le disgustaba, pero no se permitía que le gustaran las dos cosas.
Los años fueron pasando y la escuela secundaria se fue convirtiendo en un buen lugar para él, no es que no hubiera hecho amigos, quizás no hizo los que le gustaba, quizás para sentirse "dentro" se ubicó en un grupo con el que no tenía mucha afinidad, pero decidió emparejar para abajo.
No socializar con la gente que le parecía superior tanto en el estudio como en la forma de ser, gente con la que se sentía más a gusto, quizás porque hacían "cosas de putos" como ir a bailar, obvio que Santiago no se permitía hacer esto, otra vez, no porque no le gustara si no porque le daba pánico.
De verdad que era un tipo querible, la gente se le acercaba pero el una y otra vez se recluía en su interior, en sus pensamientos, sus ideas (las únicas correctas y valederas para cualquier caso).
Y los cinco años se le pasaron demasiado pronto. En verdad la había pasado bien después de todo pero como siempre le hubiera gustado hacer otras cosas, y el tiempo se le había ido y se arrepentía de esto.
El mundo se le iba abriendo con nuevas perspectivas como el trabajo, la responsabilidad ante un jefe que seguramente sería más impiadoso que sus profesoras del secundario quienes de verdad lo querían pese a todo. Pero él seguía firme con sus convicciones. Cada tanto cedía ante algún impulso y hacía "cosa de putos" como el sólia llamarlas, como ir a bailar y descubría que no era tan malo, ni propiedad exclusiva de homosexuales obviamente.
Pero así pensaba y la gente con la que se relacionaba ya se había acostumbrado a su forma de ser y pensar y lo aceptaban como era. En un punto era bueno, pero no tanto. En más de una oportunidad sintió demasiadas ganas de hacer cosas pero se reprimía por el calificativo que le ponía a las cosas que no eran de su entorno, que era ser heavy, rebelde, estar en contra de todo, llevar el estandarte de discutir absolutamente todo aún sin tener conocimiento de lo que se hablaba, su derporte era oponerse por oposición misma, y así le iba.
A veces creía que hasta era seductor para las mujeres nadar contra la corriente, decir "yo ahí no voy" cuando todos decidían una salida, pero al ver que todos salían y él se quedaba sólo con su convicción empezó a sufrir.
Por algún motivo no se permitía ser feliz y hacer las cosas que hace "manada" como despectivamente llamaba a la gente que seguía en masa algún movimiento. Tarde o temprano terminaba cediendo y dándose cuenta que no era malo otra vez y que de hecho lo disfrutaba, volvía a lamentarse por haber perdido tanto tiempo.
Santiago tenía una fuerza interior muy grande pero aplicada a su autoinfelicidad, él era el autor material de su propia desdicha, y sufrimiento.
Si tan sólo se hubiera abierto a la vida con aterioridad....
Pero eso ya era historia.
La vida pasó como se suele decir habitualmente, en un abrir y cerrar de ojos, los noventa ya no existían, el 2000 era parte de un recuerdo que navegaba entre la paranoia del efecto Y2K y la nada misma y así las décadas siguintes.
Tal y como lo pensó se encontró solo una mañana de domingo a los 65 años, leyendo el diario en el living de su departamento esperando que alguno de sus hijos lo llamara para invitarlo a pasar el día, tal vez pudiera acercarse a sus nietos de otra forma, conectar, y enseñarles a abrirse, y a no ser como él. Solitario e infeliz.

jueves, 11 de febrero de 2010

No existe el olvido

Escuchaba hace unos días una canción que en su estribillo dice "Acá estoy mi amor, no existe el olvido, acá estoy mi amor he vencido..." y me dije a mi mismo, esto encierra alguna que otra verdad.
En primer lugar me pregunté que había vencido? al tiempo, a la distancia, claro, al olvido.
Y es algo que me hizo pensar, en definitiva el olvido no existe, nunca podremos desprendernos completamente de esas cosas que quisiéramos olvidar.
Muchas situaciones pueden quedar aparentemente sepultadas por las amarillentas y crujietes hojas de cada otoño que pasa, podemos intentar burlar al tiempo haciéndole creer que si él transcurre los hechos se habrán ido con "el tiempo" justamente.
Pero basta apenas una brisa para que esas hojas se vuelen y volvamos a quedar frente a frente con el aparente olvido.
Si no podemos entonces hacer algo tan poderoso para borrar algunas de esas huellas que un día nos fueron marcadas podemos aceptarlas, podemos convivir con ellas y saludarlas todas las mañanas hasta hacernos compañeros de vida, hasta que nos sean tan familiares como el paisaje que a diario recorremos, tan naturales como respirar.
Y ante esto, lejos de debilitarnos por habernos rendido deberíamos sentirnos fuertes y plenos por haber aceptado nuestros errores, por permitir equivocarnos para poder ver esos errores y luego intentar no volver a cometerlos.
No existe el olvido. De nadie nos podremos olvidar, existe el dejar de sentir pero nunca el olvido. Podríamos permitirnos que no nos afecte pero jamás, jamás vamos a olvidarnos. "No existe el olvido mi amor".

miércoles, 10 de febrero de 2010

Recuperar el tiempo es imposible, cambiar ¿también?

Tantas noches al cerrar mis ojos e intentar dormir me queda la sensación de que otro día se ha perdido, una visión pesimista sin dudas, pero los hechos no demuestran que haya sido uno transcurrido sino uno que se ha escurrido.
Tantas noches cuando mis ideas lejos de aplacarse más se arremolinan intento verme en aquel día fatal, aquel en el que dejé de observarte y prestarte atención para posar mis ojos en otro lado, en mi ombligo y fue mi propio egoísmo lo que creo que me alejó de vos. En esos momentos dónde pienso que tengo que hacer algo para poder recuperar el tiempo perdido también me asalta la duda de saber si será posible cambiar.
"El que traiciona una vez, traiciona siempre", triste, duro, pero a la luz de los hechos no encuentro razones válidas para refutar este pensamiento. Ya te traicioné, ya te perdí, ya me arrepiento de haberte hecho mal, y que mis actos se volvieran tan violentamente contra mi, tuve que padecerlo en carne propia para darme cuenta de lo mal que te hice.
Han pasado algunos meses y la soledad golpea tan suavemente día tras día que me da la sensación de desangrarme gota a gota, y que al final del camino inexorablemente el tiempo se habrá agotado, y yo sin poder hacer nada para detenerlo, ni al tiempo ni mi hemorragía.
Sólo espero poder verte otra vez, verte a los ojos y poder decirte que si una vez te elegí, lo haría nuevamente, que me equivoqué y que no quiero que me perdones, no lo hago para volver a estar a tu lado, sólo quiero perdonarme por haberme inflingido a mi mismo tanto dolor al recibir tu represalia, sólo deseo tener la sabiduría para ser mejor, para cambiar.

martes, 9 de febrero de 2010

Algunas cosas que pasan (Y duelen)

Quizás mi suerte haya gambeteado al destino

Y mientras dejo vagabundear mi mirada

En el infinito de otra calle perdida,

Dejo escapar entre las ruinas del día

El rumor de otro corazón perdido



Mientras los recuerdos dan vueltas

Dentro de un café cortado con melancolía

Los acordés del adiós

Retumban en los rincones más inaccesibles de la razón,

Y ya no abrigan los bolsillos vacíos del alma.



Algunas cosas que pasan

Cuando de pronto la vida nos suelta la mano

Y la ciudad se convierte en interminable desierto

Lleno de ausencias, lleno de vacíos,

Ciudad que se oculta tras los ojos de un extraño.



Y mientras estas cosas pasan,

Siento que le escribo una poesía a no se quien,

Siento como si la burla hubiera pactad con mi vida

Y el precio a pagar sea el desconsuelo, la desazón,

Tal vez un poco de miseria haya inundado hoy mi corazón.



Pero estas cosas pasan…escucho por ahí

Mientras en el barrio bajo, alguien le arranca una queja

A un bandoneón oxidado por viejas lágrimas

Ocultas tras una coraza de guapo de arrabal,

Y mientras el lamento varón del guapo me estremece

Veo que son mis propios ojos los que derraman esta angustia feroz.



Entre más vagabundea mi mirada en la ya desierta ciudad,

Mientras más vueltas dan aquellos lejanos recuerdos

De ya no se que, en mi cansado pocillo de café,

Mientras pienso que mis suertes están echadas, y el destino

Se riera de ello, más siento el vació en el pecho

Y más ganas me dan de nombrarte,

Aunque no sepa tu nombre, aunque nunca hayan tropezado

Nuestras miserias.

domingo, 7 de febrero de 2010

El Fantasma y la foto

Cuando Augusto dejó su casa sabía que no era sólo lo físico lo que dejaba, en su bolso llevaba muchos pensamientos, de los gratos y de los otros. Se llevaba un fantasma, el suyo propio.

El fantasma merodeaba su casa, la nueva, o la vieja, la anterior, la primera y se le presentaba de cuerpo entero, tenía un aspecto algo peculiar, era suyo si, pero tenía figura femenina, y no lo dejaba dormir, lo aturdía, lo sabarreaba en su cama hasta que finalmente se iba.

Augusto empezó con su trabajo nuevo fundando esperanzas en que todo volvería a la normalidad, a su normalidad bien entendida; pero por momentos creía que esto era en vano, pero se propuso rearmar su mente como un rompecabezas pieza a pieza.
Sabía que tenía qeu armar lo que había dejado sin encastrar en el pasado para poder dar un salto hacia adelante y dejar atrás todos los recuerdos, una especia de borrador memorial, si es que esto existía, para empezar otra vez de cero.

Una noche, cuando se decidió a vaciar su valija encontró en el fondo una vieja foto, una foto de tiempos felices y que por algún motivo no había tirado, sabía que parte de ese rompecabezas incluía eliminar piezas que no encajaban y, probablemente, ésta era una de ellas, pero de todas formas la conervó. No le dedicó ningún lugar especial, simplemente la dejó allí, en el fondo de su valija con la esperanza de olvidarse de ella quizás.

Las noches se fueron sucediendo una tras otra, en silencio, como si el tiempo fuera una expresión tan sutíl como impercetible. A veces el fantasma irrumpía sus sueños, otras se sentaba en un rincón de su pieza y lo observaba, lo veía dormir.
No llegaba a comprender que quería, no le hablaba, no intentaba comunicarse de ningún modo, simplemente estaba allí.

Para ese entonces Augusto hacía semanas que se había ido de su casa y se sentía algo inquieto, no tenía claro el motivo y comenzó a escribir, a veces poemas, y otras veces ante la ausencia de un interlocutor expresaba lo que sentía, en crudo.

Las cosas en su trabajo marchaban bastante bien dentro de las posibilidades que le daban su mente y sus pensamientos, así y todo sentía que le faltaba algo, estaba algo inquito, no estaba conforme consigomismo.
Se sentía capaz de rearmar su propio rompecabezas, sabía que podía hacerlo pero algo muy dentro suyo le ponía trabas.

Recibió varioas recomendaciones de como hacerlo y si bien en un principio estaba de acuerdo con varias de ellas, luego en soledad retrocedía y pensaba diferente.

Una noche muy fría estaba sentado frente al televisor y recordó la foto de la valija, -tendría que tirarla- pensó, decidido se levantó y fue a buscarla, la tomó en sus manos, la dobló como para romperla, pero sintió un impulso y la estrechó contra su pecho y rompió en llanto.

Creyó que habían pasado más de veinte lunas desde qeu comenzó a llorar hasta que se detuvo, pero la realidad del reloj que mostraba la tele le hizo dar cuenta que apenas habían pasado un puñado de minutos, -los suficientes-, se consoló y se echó a dormir. Esa noche, el fantasma no apareció.

Los ruidos del televisor lo despertaron levemente, pudo ver por la ventana que era una mañana gris, -gris, el cielo de tus ojos- tarareó una canción que en una época de su vida lo había marcado bastante, pero se sentía bien.
Cuando se incorporó en la cama se dio cuenta que la foto había descansado junto a él toda la noche. La desdobló con cuidado y la volvió a meter en el fondo de la valija, solitaria y oscurecida mientras se cerraba la tapa.

Su día laboral fue lo batante intenso com para prstar atención a cualquier otra fuera de el trabajo, hecho que pudo percibir cuando notó que el final de la jornada había llegado casi de la mano con el inicio.

Esa noche se preparó una cena, comió con buen ánimo y se propuso descansar tratar de dormir sin interrupciones las ocho horas que recomiendan los médicos y otra vez al ruedo se dijo mientras se daba una ducha.
Durante un tiempo la rutina lo tomó de la mano y el casi agradecido se dejó llevar porque era una forma de no pensar cosas que no quería, no recordar, no estar pendiente del tiempo y de que podría estar haciendo en vez de estar en el hoy y ahora. Fue como si de pronto el ritmo y la intensidad hubieran bajado hasta que una noche el fantasma volvió a aparecer después de mucho tiempo.
Esta vez no vino solo, estaba acompañado y éste tenía figura masculina y juntos se mostraban como si estuvieran burlándose de el, reían, gozaban, se escondían, disfrutaban de la clandestinidad, hasta creía verlos haciendo el amor, cosa que produjo una punzada en la boca del estómago. Se levantó raudo de la cama abrió la venta encendió un cigarrillo y les tiró tanto humo como sus pulmones pudieron, se inquietó, salió de la pieza, tomó agua, se sentó en la cocina y encendió otro cigarrillo, esta vez con el propósito de apaciguar esa extraña sensación de opresión en el pecho por la rara visión que acababa de tener.
Está claro que ya no pudo volver a dormir y los pensamientos lo atormentaban uno atrás de otro, agarró el cuaderno y desordenadamente escribió: “Andate, andate de mi cabeza, me confundís, me enroscás me das vuelta. Basta de hacer tu jueguito cuando te presté atención te escapaste cuando te resté importancia aparecés y me preguntás que me pasa?”
Por algún tiempo leía y releía eso que había escrito esa noche después del episodio, tomaba la foto, la observaba detenidamente, leía la nota y miraba la foto, como si sintiera que ambas cosas fueran parte de su rompecabezas, ese que estaba tratando de armar en su terapia.
Augusto comenzó a frecuentar a un terapeuta un tiempo después de haber dejado la casa, le hacía bien, sentía que era un espacio para reconciliarse principalmente con él, para poder estar a solas sin estarlo literalmente, abrirse, explorarse, buscar en su mente y su corazón las llaves que le permitieran abrirse camino. Asistía asiduamente, y los resultados no tardaron en darse, se sentía más seguro, algo decidido y con el corazón un tanto más fuerte.
El invierno le mostraba todas las noches el intensísimo azul del cielo tachonado de ínfimos brillos que contemplaba desde su ventana aún siendo tarde mientras se fumaba un cigarrillo antes de dormir. Curiosamente después de muchísimas noches se dio cuenta que el fantasma no aparecía, y que si no fuera porque esa mañana se abrió ¿accidentalmente? La valija creía haber olvidado ambas cosas, pero ahí estaban, como piezas sueltas que no encajaban ni entre si ni en su rompecabezas mental, ese que tanto trabajo le estaba costando armar, pero tampoco lograba ubicarlo en la caja de las fichas para desechar, era algo que su mente aún no comprendía.
Pensó en realizar un viaje, en cambiar de clima, de aire de paisaje para poder sacudirse un poco el polvo del olvido y conocer otra cosa, pensó en un viaje de placer primero, la playa, el sol, siempre le había gustado viajar y cuando tuvo la oportunidad lo hizo y siempre elegía lugares cálidos, pero no le cerraba la idea, pensaba que otro estilo de viaje sería el indicado para ese momento tan particular que estaba viviendo.
Desde muy chico a Augusto le gustaba leer y leía todo lo que le llegara a sus manos, desde novelas históricas hasta policiales negros y libros sobre religiones, cultos, sociedades secretas. Ahí entendió que estaba la clave de su viaje, que tendría que ver con eso con el espíritu, el viaje debía ser hacia otra ciudad pero principalmente hacía su interior.
Puso en marcha el plan y encontró en Internet algo que llamó su atención, una reunión de un fin des semana en una estancia en el campo, en el interior de la provincia que ofrecía un grupo de gente que realizaban un trabajo llamado “Terapia de vidas pasadas”, -Esto es, esto es lo que necesito, si descubro de donde vengo, quien fui, voy a saber quien soy y quien quiero ser en el futuro, es perfecto-“ Así lo hizo, realizó su reserva y se preparaba para partir en quince días.
Estaba muy ansioso, bueno, era una característica de su carácter, solía querer las cosas ya, ahora mismo, en ese sentido Josué se daba cuenta que estaba equivocado, y trabajaba en su terapia para solucionarlo. Durante el tiempo que le faltaba para hacer el viaje alternó buenas y malas noches con el fantasma, las buenas eran las que venía solo, porque de alguna manera, sin hablarse sentía que hacía contacto y hasta lo extrañaba si no lo veía, las malas por supuesto no venía solo, y hacía lo mismo que le hicieron esa primera noche en que se presentaron en sociedad.
También por algún motivo que no supo nunca tomó la foto de la valija y la puso en su mesa de luz, como para tenerla presente, pasó noches observándola largo rato, otras la estrechaba en su pecho, lloraba y rezaba, y otras le pasaba el dedo por encima como si quisiera transportar una caricia nostálgica a través de la imagen.
Finalmente le llegó el día del viaje, se levantó temprano, tomó su bolso y salió en busca de un taxi que lo llevara hasta el punto de reunión, ya en el micro, buscó sentarse solo, no era muy sociable, le resultaba difícil relacionarse con personas nuevas, así lo hizo, buscó un asiento aislado y solitario para realizar el viaje, de todas maneras ya tendría que hablar con alguien cuando llegaran asíque se reservó su derecho a tener intimidad y silencio.
Una vez en destino los recibió un hombre de mediana edad, vestido con ropas cómodas, nada inusual, y los invitó a bajar y a acercarse a una gran mesa dispuesta en la sala de una estancia donde les sirvieron un té y les dieron algunas galletas para desayunar, les hizo una breve introducción sobre las actividades que se realizarían durante su estadía y los dejó en compañía de su asistente quien se encargó de colocarles un cartelito a cada uno en la ropa para que todos supieran los nombres de todos.
Previo a esta experiencia y en un momento de aguda crisis personal se permitió leer un libro de los comúnmente denominados de “autoayuda”, Augusto le tenía cierta antipatía a este tipo de literatura, como si no le creyera que alguien desde algún lugar que el desconocía tuviera la receta para aliviar sus males, sin embargo lo hizo. Para su sorpresa se reconoció en varios pasajes del libro, pudo ver conductas que estaban fielmente reflejadas en el libro cual espejo de su vida y su pasado, le causó gran impresión, por eso decidió tomar ese fin de semana como un aprendizaje más dentro de ese nuevo camino que sin querer empezaba a transitar.
Pasado un tiempo reconoció que la experiencia había sido sumamente positiva, no solo por haber podido relacionarse con otra gente sino que lo había enriquecido ampliamente en su campo espiritual, si bien no comprendió del todo lo que había pasado, rescató que muchas palabras que en ese fin de semana se vertieron le habían hecho bien de algún modo.
Llegó un momento en el que la foto seguía en su mesa de noche pero se había acostumbrado de alguna forma y ya no le prestaba la misma atención que antes, o al menos no le provocaba sensaciones extraordinarias. También notó que el fantasma hacía tiempo que no lo visitaba ¿acaso habría sido todo producto de su mente perturbada y dolorida? No podía asegurarlo, en realidad Josué estaba en un momento en el que nada parecía real.
Cierta tarde, terminado su jornada de trabajo sintió una gran necesidad de mirar otra vez la foto, de acariciar y transportar ese gesto, de estar a su lado, la sentía compañera. Se apresuró en llegar a su casa y fue directo a su cuarto, para su sorpresa la foto no estaba en su lugar, comenzó a revisar todo casi frenéticamente, levantó las sábanas, corrió la cama, la cortina, nada, se la había tragado la tierra. Entró en crisis, se desesperó como nunca antes, su llanto ahora era ahogado y de bronca, ¿cómo podía haber perdido la foto?
Recurrió a algunas enseñanzas adquiridas en ese fin de semana y se sentó en el piso con las piernas cruzadas, comenzó a respirar profundamente y a repetirse un mantra para tranquilizarse, una vez que logró esto, se recostó en su cama y se sumió en un profundo sueño.
Cuando se levantó recordó lo que había soñado, había salido de viaje solo a encontrarse con alguien, no sabía con quien, pero había ido, tuvo una determinación que no había mostrado antes y que no volvería a mostrar después, el viaje salía a la perfección, todo como había sido planeado, pero no podía recordar a quien iba a ver.
Se levantó con un dolor de cabeza que sabía le haría el día insoportable, tomó dos aspirinas, desayunó un te con dos galletitas de agua, se bañó y se fue a trabajar como todos los días, de la mano de su rutina iba dentro de todo bastante bien, sin embargo le corría por la espalda la duda de quien era la persona con la que se encontraba en el viaje, meditó y pensó mucho en eso todo el día, quizás asignándole más importancia de la que tenía.
Mientras tanto seguía repasando dónde podía estar la famosa foto, su foto, pero todo intento era vano. Augusto estaba como atrapado entre no poder o no querer recordar su sueño y el desconcierto de un pequeño trozo de papel que no podía encontrar, casi basó su día en eso.
Habían pasado ya unos meses desde que dejó su casa y las cosas no le estaban yendo mal, pensaba que iba a ser peor pero se daba cuenta poco a poco que no era así, como si hubiese podido seguir armando el rompecabezas que se había propuesto hacer y dar el salto, pero a ese juego le faltaba una ficha, y un rompecabezas incompleto es una frustración enorme. Estando ya en su casa, liberado de las ropas del trabajo miró por mirar dentro de su valija, para su sorpresa la foto lo esperaba allí, oscura, vacía, solitaria, sin embargo la dejó. Fue hasta la sala, se preparó un trago, lo bebió lentamente, lo saboreó, lo disfrutó con un placer inusitado, luego fue a su habitación, abrió la valija, tomó la foto, la apretó contra su pecho y estuvo así un largo rato.
La volvió a mirar, la acarició, la observó desde todos los ángulos posibles, y finalmente tomó la decisión, tomó la foto que se había sacado con Clara a los pocos días de conocerse y la rompió en tantos pedazos como le fue posible, algunas piezas del rompecabezas a veces hay que eliminarlas, abrió la ventana y tiró lo que había quedado...El fantasma nunca más apareció.



FIN

sábado, 6 de febrero de 2010

Mejorar

Basta de penas, y si la cosa sigue fulera hay que remediarlo, no siempre el remedio es lo que te gustaría, mejor dicho, casi nunca tiene que ver con tus deseos, pero el remedio es el remedio.
Es como tener que sacar una curita de la piel, rápido y de un sólo tirón o despacio y que te vaya doliendo cada uno de los poros?
A nadie le gusta así de brusco pero es lo indicado y el dolor que se siente suele pasarse con la misma velocidad con que salío la curita. Pensalo.

Hablándome, tratando de escucharme

Buscar en el registro más inmediato de la memoria el último suspiro de felicidad quizás sea una tarea demadiado grande para este cuerpo cansado y este corazón que se rompe como flor seca entre las manos.
Poder sentirte otra vez en vuelo, sin pensar que otros te superan en todo, sin prestar atención a esos oxidados juicios de valor que te puedan hacer.
Y torcer el rumbo cuesta tanto a veces como la propia vida, cuesta cada centímetro que te movés pensando que efecto tendrá tu causa. Es en pocas palabras el perderse en la propia mirada y ver y entender sobre todo, que es lo que sirve.
Hoy ya no hacés falta, hoy que ya sos historia vieja y gastada podés y debés rehacerte de entre el barro y moldear tu propio presente, es tu obligación con vos mismo.
Pero, por que comparar si esto es siempre odioso?. Y porque quizás sea el camino más fácil, bah, estoy seguro. Pero, ¿Se te clava eso de que te comparen no?, y si, ¿Pero te lo dicen?, Y, te lo dan a entender, son gestos, acciones, alguna que otra hostilidad que sabés que en otro lado no se escuchan.
O como ya sos el conocido y el que vive adentro de un paquete ya preestablecido y que no cambia, entonces lo otro, lo nuevo, es deslumbrante, mágico, algo nunca vivido, pero es sólo lo nuevo, a no olvidarse.
Tal vez sea eso, tal vez sea que nunca fuiste, tal vez ya no sos, pero...¿serás?
Y serás quien quieras ser, dónde quieras serlo, sólo depende de tu voluntad, "tu arma es tu mente", y que disparar y a donde será tu destino, pero principalmente tu desición.

¿Te asusta? ¿Un poco no?, y bueno pero es así, no podés pasarte el tiempo esperando que te llegue una respuesta, es momento de ir a buscarla.
Entonces no hay mucho para hablar, o por hacer, mejor dicho, hay mucho por hablar y por hacer, la cuestión es que estás en el lugar equivocado con la compañía incorrecta y gastándote los últimos centavos que te quedan, podrías con eso comprarte un pasaje a tu nueva vida, dale, animate, quien sabe quien te espera!