Adelante, sean bienvenidos

Bienvenidos a mi mundo, al refugio de mis ideas, al lugar donde puedo sin ningún temor expresar lo que siento y lo que me pasa "en tiempo real". Realmente es toda una experiencia y quiero compartirla con quien quiera leer.

lunes, 29 de octubre de 2012

No hay peor ciego...


Sin ver ni oír,
sin querer ver ni oir,
sin creer que no quiero,
pero por cierto, no quiero
ni oir ni ver.

Tus palabras punzantes,
el zumbido de tus ojos agudos
que circundan mis pensamientos infantiles
ese deseo inverosímil de recuperar
una llama encendida bajo el mar.

Sin llegar al destino que nunca me fije
emprendiendo un viaje con los pies enterrados
detrás de la noche espero, y pienso en cosas
que no recuerdo de este lado del día.

No hay peor ciego que el que no quiere oir,
las sentencias que proclamaron tus labios
jueces y verdugos de mi destino,
destino que debió, pero que nunca fue mio.

Y mi  voluntad que jamás prosperó en mi,
y mis ojos que no quieren oír
lo que tus ojos no ven,
mientras mis entrañas arden desconcertadas.

¿Cómo oir tus ojos?
¿Cómo ver tus palabras?
¿Cómo volar sin alas?
¿Cómo seguir si de mi fe quedan despojos?

jueves, 25 de octubre de 2012

Tiempo

Va,
camina,
corre,
se arrastra,
vuela.
Se convierte en finas gotas
hasta casi evaporarse.
Parece desintegrado pero siempre avanza
inflexible.
Y lo trágico puede ser esperarlo,
pues él nunca lo hizo, no lo hace y no lo hará,
el tiempo no espera.
Justamente el itempo no tiene tiempo para detenerse
a esperar que haremos con él,
es impiadoso, jamás se nos pondrá a la par
a llorar nuestras angustias,
ni siquiera es benévolo con los momentos felices,
parecería empeñarse en ser más veloz ante éstos.
El tiempo no tiene tiempo,
¿Y si no tiene tiempo que nos queda a los mortales?
ir,
caminar,
correr,
arrastrarnos,
volar...¿qué más?

martes, 9 de octubre de 2012

Camila

(El amor de un padre a un hijo no se puede comparar, mucho más que todo no si vos sabés)




Infinitos ojos para verte
infinitas manos para llevarte
infinitos brazos para abrazarte
fruto de mi fruto,
sangre de mi sangre.
Tan chiquita y tan intensa
es tu mirada,
que me dice todo
cuando no me decís nada.
Tan exactas tus palabras
que calman mi ánimo
cuando creo que no me queda nada.
Redefiniste la palabra orgullo
cuando inflé mi pecho
al verte allí parada
con la bandera pintada en tu rostro
aún cuando no entendías que pasaba.
Mi chiquita gigante,
mi pequeña gota de sangre que se expande
aque brote frágil e inocente
que me saca del mundo,
cuando ya no me importa más nadie.
Hoy congelo el tiempo y lo imprimo
en mis ojos para siempre,
llevo en mi tacto aquel primer roce leve
que nos fundió una mañana,
y nos acompañará para siempre.

Una mirada de futuro

Las manos sangran,
portan un corazón que se ha fragmentado,
herido, con la tibieza justa para latir levemente
pero que no ha muerto, y en definitiva, es lo que importa.
Los ojos miran y el horizonte se destiñe, confunde,
me roza la noche y la esquivo indemne, queriendo mirar
no puedo ver más allá del muro oscuro que me separa de vos.
No te veo, no te escucho latir, no te siento ni por un segundo,
pero se que estás allí, agazapada detrás del muro nocturno,
esperando ser descubierta, que sacuda tu polvo con un soplo
de amanecer, que descorra las cortinas de tu mirada tenue,
que se, del otro lado, me mira sin saber que estoy detás.
Las manos sangran,
y el corazón en jirones se debate entre un latir diminuto,
o la paz de la quietud eterna, mi corazón lucha, y se que el tuyo también,
y en el sonar arrítmico, disonante de ambos, surgirá una melodía única,
tan distinta a todas las escuchadas,
más triste que estos días, pero con más fuerza y su eco se esparcirá,
empapando mis mañanas, humedeciendo estas almas resecas,
que se empecinan en saltar el muro,
aunque ya esten unidas, sin saber, sin latir, sin mirar.

jueves, 4 de octubre de 2012

Imposibles posibilidades

De las piedras fecundadas con poca fe
brota una gota de savia tornazolada verdosa
que encandila a los ojos escépticos
que no quieren ver.
Un grano de arena cristalizada estalla furioso
y un mar embravecido inunda a los corazones solitarios
a las almas que se lamentan,
y los ojos que no quieren ver.
Quema el sol a media noche y derrite las estrellas
que fulguran en pleno día,
mientras germinan las piedas y el mar arenoso arresia,
y todavía esos ojos no quieren ver.
Mi semilla de poca fe revierte los resultados adversos,
mi alma da un tumbo y se redirecciona a mi pesar,
mientras mis ojos, escépticos, no quieren creer.
El agua, que inclemente se eleva, seca mi cuerpo,
y me envuelve entre sus ásperas paredes ni dulces ni saldas,
paredes de agua tan duras que se vuelven infranqueables,
mientras mi cuerpo, incrédulo, se niega a latir.
Ocurre todo desde mi, fuera de mi, hacia mi,
ensordecen mis ojos, frente a la multitud de cuerpos
que gritan silenciosos,
mientras los ojos siguen sin querer ver.
Se dobla el acero con sólo mirarlo, y se funden las palabras
en el frío cruel,
se arrastran los besos en el aire, hacia mi, dentro de mi,
pero tu boca ya no quiere besar.