Es el hedor de este no saber,
un resplandor en tus ojos cuando me ven
y mi sombra detrás del sol
eclipsando mi pensamiento y mi hacer.
Son los pasos que ya no doy,
los que di en falso un ayer,
los que tal vez vuelva
dar, o no,
los que me dejan quieto a dónde esté.
Y mientras el tiempo se va,
mis heridas cubro con tu sal,
enchido de glorias pasadas el corazón
no se atreve a cruzar el umbral.
Con la tozudez a cuestas sigo,
con mi impaciencia atada voy
con mis medias palabras digo
con mis manos abiertas doy.