Mientras el agua me caía por el cuerpo en una ducha que
intentaba sacarme definitivamente el sueño mi cabeza no dejaba de pensar,
ideas, frases, posibilidades, elucubraba las posibles respuestas que me daría
para volver a la carga otra vez y decidido a todo, esta vez sería así.
Lo volví a repensar durante el desayuno. Parecía que a esta
altura sería inevitable sacar todo lo que llevaba tiempo guardándome. Hoy era
el día, parecía no haber dudas de eso.
La calle me recibió de manera benévola, el aire se iba entibiando
en las mañanas de los primeros días de septiembre “es la primavera, todo
florece en la primavera” pensaba casi sin darme cuenta.
El tiempo se me desgranó tan deprisa que no me di cuenta
casi de la hora, la hora en la que habíamos acordado encontrarnos (una vez más
y por mi propia insistencia, aún a riesgo de ser intolerable) para tal vez,
darle la estocada final a esta dilatada historia, o acunarla nuevamente para
que rebrote otra vez….Porque en la primavera todo florece.
-Llegaste temprano – me dijo como si fuera un reproche, tal
vez quería tiempo para pensar en lo que iba a decirme-
-Si, será la ansiedad no se, pero ¿Viste? Ya no controlo
bien lo que hago.
-Está bien, no importa – me dijo desinteresada-
-Ya no se de verdad porque le das tantas vueltas al tema, me
parece que te lo dejé claro más de una vez no? –Sentenció como siempre lo
hacía.-
-Será mi tozudez, será mi aversión al fracaso (¿stá mal
fracasar, acaso?)
-Bueno, pero no es bueno ni para vos ni para mi, vos ya
sabés que…
-Pará, no me lo recuerdes, no hace falta.
Lo cierto es que si, que yo sabía, pero evitaba pensar en
eso porque me dolía todo cada vez que lo hacía, y mi desesperación no era buena
consejera.
Estábamos ahí, como dos extraños, como si fuera el primer
encuentro en nuestras vidas, con muchos silencios en el medio de miradas que se
esquivaban.
Yo sentía que era el momento, que era ahora o nunca y que
nunca me mataría (para siempre, ¿e que otra forma funciona la muerte si no es
para siempre?)
-Y entonces? – Me apuró.
-Y entonces…. – dije yo con tono cansado, como si no pensara
en lo que iba a decir.
-Mirá, aunque yo ya se, como bien me dijiste, este va a ser
otro pedido raro de mi parte, y se que va a sonar para cualquier lado, pero
vengo a pedirte permiso.
-¿Permiso? –Se irritó repentinamente ante mis palabras-
-Yo sabía que ibas a reaccionar así…
-Pero ¿vos podés entender que yo no entienda? ¿Permiso?,
¿Permiso para que?
-Para seguir queriéndote, para seguir intentando contra todo
lo que se no nunca va a pasar.
-Nooo, no…vos evidentemente no estás bien y la verdad ya me
estoy preocupando, te mandaría a ver a un psiquiatra, de hecho….
-No, basta, no digas más nada…en realidad no es permiso la
palabra adecuada, si no que Aviso, esa…te aviso que voy a seguir queríendote y
que voy a seguir intentándolo, aunque se me vaya la vida en esto…quería que lo
supieras.
-No, así esto de verdad que no va, ya lo hablamos miles de
veces, vos sabés que siempre te voy a querer, que fuiste una persona
importante, tenemos una hija y eso no lo va a cambiar nada pero…te pido por
favor.
-Y en que cambiaria que me permitas mostrarte otra cara de
mi? ¿No hay segundas oportunidades?
-A veces, no.
A veces no siguió retumbando en mi cabeza como un bombo
atroz, mientras el mozo me traía la cuenta y la veía cerrar la puerta del bar
detrás de si.
Con todo respeto te doy mi opinión. Lo siento Maxi y te entiendo y te mando un abrazo pero desde fuera se ve que te estás haciendo daño, no dejándote vivir, quedándote ahí anclado, muriendo en vida, no dándote oportunidad de seguir. Lo intentaste, ahora date permiso a tí mismo para seguir viviendo.
ResponderEliminarAmaia