La noche abre sus fauces,
me muestra sus colmillos inifinitos
negra boca que se abre y quiere devorarme
ahora que mi armadura ha cedido.
Me voy metiendo inevitablemente,
en su boca mosntruosa
toda la luz fue tragada por la bestia
que se rie y se burla de mi indefensión.
Agito las manso y me muevo rápido,
para evitar ser devorado
pero los colmillos son sumamente afilados
y se clavan en mi piel débil, rasgándola.
Este tremendo monstruo amenaza
con acabarme en pocos segundos,
sabe que mi alma está partida
y que soy presa fácil ahora.
Me hundo en la noche y en las fauces
la saliva pestilente de la bestia
no es más que una lluvia infinita
que ablanda mis sueños más firmes.
La bestia finalmente me traga,
y mientras viajo a su estómago infernal
veo como había devorado antes mis sueños
nuestras esperanzas lejanas y las ansias de amar.
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