Palabras inmóviles como piedras
al costado del camino que recorro,
palabras cubiertas de dudas lacerantes
que hurgan mis heridas un poco más.
Pesadas piedras estas palabras,
que el viento no mueve y se quedarán acá
quietas todas las letras de un nombre
que ya no puedo (ni debo) pronunciar.
Atardo, inmóvil, sereno y a la vez inquieto
por esta calma atronadora que me atrapa,
porque sin poder saltar las piedras no hay camino
y sin camino no hay pasos que seguir.
Pero me quedo a contemplar esta quietud,
estas piedras al costado,
que se me antojan celestes, como tus ojos,
y que no puedo dejar de mirar.
Divinia quietud esta que me atrapa,
vencido, me dejo caer de espaldas en la trampa
y cubro mi rostro con la tierra de tu jardín
que es recuerdo, pasado y, la quietud absoluta.
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