Cada vez que cierras tus ojos
se muere un poco ese brillo particular
tu celeste acuoso se ennegrece, y la mirada
se torna amenazante, profunda noche.
Siempre que tus manos esquivan mi cuerpo
las palmas se llagan y se tornan ásperas
los puños apretados y llenos de sudor
se convierten en guardia, en defensa violenta.
Cuando aparece el cerco a las palabras
los besos se traban en la lengua seca,
los dientes rechinan de dolor
y tu aliento destila sólo renconres pasados.
Tu mente niega mi presencia,
el odio te juega un fuerte espejismo y me borra
y la sonrisa se te tuerce,
al tiempo que tu alma se vacía.
Se va muriendo de a poco cada sentimiento,
las partículas de tiempo que atesorabas
en el arcón de los recuerdos valiosos
se diseminan por el aire, se evaporan.
La muerte es tangible e inevitable,
cuando un corazón se niega, el alma no puede
a pesar de mis intentos por verte reír,
poruqe me mires y me toques, que me hables.
Hay milagros que suceden en el último minuto de vida... ¡Hermoso!...
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