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Bienvenidos a mi mundo, al refugio de mis ideas, al lugar donde puedo sin ningún temor expresar lo que siento y lo que me pasa "en tiempo real". Realmente es toda una experiencia y quiero compartirla con quien quiera leer.

domingo, 19 de septiembre de 2010

La casa vacía

Los muebles perfectamente ordenados
la mesa en su lugar con sus sillas,
como si el tiempo si hubiera detenido
a descansar y no hubiese seguido su curso,
todo está inalterado, limpio, tan limpio
que faltan los aromas del sábado a la tarde.

Se ausentaron los ruidos de la cocina,
se evaporaron los olores de la cena cotidiana
repetida y por eso no menos apetitosa de cada día,
no hay rezongos ni llantos por nada,
el silencio helado de la quietud domina la escena.

Falnta esas miradas cómplices qeu rebotan
entre ellas y se estrellan contra las paredes
y el piso, miradas que parecían los cuadros
que adornaban las habitaciones,
se callaron las voces, ni el viento silba por las hendijas
de las ventanas cerradas.

La cama pide clemencia ante el frío que la azota,
sábanas vírgenes de cuerpos ardientes,
que las enmarañan, ni el olor a humedad queda,
no se ven las sombras huidizas a media noche
que asaltaban la heladera, ni la oscuridad
que camuflaba el desvelo más resistente.

En el centro de la mesa un florero,
lleno de rosas opacas y sin perfume,
casi plásticas o petrificadas,
como una foto en blanco y negro
que no dice nada.

Cesaron las risas y el ruido de los besos,
esos que se dan sin pensar, por inercia,
pero que llenaban cada habitación con su
aroma único, irrepetible,
hay un silencio helado,
hay ausencias tan notorias como dolorosas,
se puede percibir el acecho de la propia muerte,
hay tristeza desbordada en la casa vacía.

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