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Bienvenidos a mi mundo, al refugio de mis ideas, al lugar donde puedo sin ningún temor expresar lo que siento y lo que me pasa "en tiempo real". Realmente es toda una experiencia y quiero compartirla con quien quiera leer.

viernes, 29 de abril de 2011

Autoconfesión

¿Qué es lo humanamente posible? ¿Aquello que está a mi alcance hacer? ¿Lo que puedo decir y lo que elijo callar?
Preguntas que me sigo haciendo aún hoy, cuando ya ha pasado tanto tiempo. Preguntas que no me sueltan ni en sueños, encrucijadas que me desvelan.
¿Qué tienen tus ojos que no puedo odiarlos, ni siquiera olvidarlos un día?
Preguntas. ¿Y las respuestas? -Te las debo, si no, no estaría acá.
Se acaban las estrategias y las tácticas, ya no sirven pues, cuando te veo, todo eso se derrumba. Cuando se siente, se siente y nada se puede hacer contra ello.
Cuando me asalta la tristeza me siento a escribir y esto sucede cada vez más seguido, la conclusión es un poco obvia ¿no?
Me falta algo, me falta todo. -Pará, hay muchas cosas que tenés. -Pero me faltan los besos, me faltan los besos...¿Hay acaso momento más supremo que el de dos que se escapan un rato del munde y se entreveran en un beso que no sabe de tiempos ni de otra cosa que no sea "ese" beso? No lo creo.
Me faltan los besos y es más terrible aún que la falta del cuerpo o del alma misma.
Los besos hablan, callan, transmiten, transportan, tienen memoria pues dificilmente se olvidan, los besos...cuanta nostalgia.
Una brisa que congela, aquellos ojos relucientes en la nada, clavados en el medio de la noche, las palabras justas y necesarias, y la electricidad que flota entre los labios en el instante anterior al primer y levísimo roce, el momento en el qeu todo sucede, el principio, el génesis de la vida, se desarrolla en aquel instante, y el sabor, ese sabor te lo llevás a la otra vida si es que hay una.
Acá me encuentro otra vez, en conversación silenciosa con mi alma, desnudando mi sufrir agotador, sabiendo que no puedo cambiar las cosas tratando de aceptarlas. Raramente la vida es como la soñamos, o si, pero por un ratito, después viene lo otro, y lo otro no me gusta, pero no se como hacerme fuerte para cambiarlo.
¿A qué me aferro cuando pareciera que nadie queda cerca para tenderme una mano? ¿Cómo dar vuelta la página del libro cuando sentís que todavía le faltan algunos renglones por escribir?
Otra vez, preguntas, otra vez ausencia de respuestas.
Se me apaga el sol, el dolor me agobia, y me faltan los besos, por supuesto.

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